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sábado, 20 de junio de 2009

LA POBREZA

Los pobres son la esperanza del mundo porque nos proporcionan la ocasión de amar a Dios a través de ellos. Son el don de Dios a la humanidad, para que nos enseñen una manera diferente de amarlo, buscando siempre la manera de dignificarlos y rescatarlos. Ellos son el signo de la presencia de Dios entre nosotros, ya que en cada uno de ellos es Cristo quien se hace presente.

Por eso, Él no nos preguntará cuántas cosas hicimos, sino cuánto amor pusimos en ellas. Seamos los servidores del pobre. Hemos de brindar al pobre un servicio generoso, sincero. En el mundo, a la gente se le paga por su trabajo. Sintámonos pagados por Dios.

¿Acaso tratan ustedes a los pobres como basurero, dándoles aquello que ya no pueden ustedes usar o comer? Como esto no puedo ya comérmelo, se lo voy a dar al pobre.

LA POBREZA DE ESPÍRITU

Dios no puede derramar algo donde ya está todo lleno de otras cosas. Jesús lo dijo: "No se puede servir a dos señores", refiriéndose a Dios y al dinero. La pobreza, el desprendimiento de todo lo que nos ata y nos aleja de Dios, sea o no material, nos deja "vacíos", para que Dios puede entrar plenamente en nuestro corazón. Las cosas deben ser siempre un medio, nunca un fin en sí mismas.

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