Muchos de nuestros fracasos están causados por nuestras deficientes relaciones humanas.
El contacto personal constituye una de las bases más firmes en la estructura que cualquier persona levanta para llegar a la cima.
Agradar a las personas, convencerlas, hacer que acepten nuestras ideas y las pongan en práctica, convencer a amigos y colaboradores y lograr de ellos ayuda, respaldo y confianza deben ser conquistas básicas para todo aquel que desea triunfar.
Para lograr lo anterior es necesario aprender el arte de comunicarnos con los demás. En este aspecto la calidad, la profundidad y la intensidad de las relaciones humanas juegan un papel decisivo.
Comunicarse es establecer una corriente de simpatía y de íntima relación con los otros. Muchas veces una sonrisa, un gesto amistoso por mínimo que sea, una actitud abierta y de aceptación nos demuestran que de alguna forma estamos”ganando” a nuestro interlocutor.
Pero debemos tener mucho cuidado porque “ganar” y convencer personas no es producto del azar ni de nuestra labia y simpatía pues algunas personas erróneamente suponen que la facilidad de palabra, una presencia agradable y una imagen simpática o triunfadora son suficientes para obtener éxito en las relaciones humanas. Pero eso no es así. Sin llegar a desconocer que naturalmente esos factores juegan un papel importante, se necesita algo más para llegar al corazón y a la mente de las personas.
Ese “algo más” consiste en la técnica para hablar, la habilidad para argumentar, el desarrollo del poder de convicción, la capacidad para ganar amistades y apoyo.
Debemos saber elegir las palabras más eficaces para cada caso, los argumentos más convincentes y la forma de expresarse mas ajustada a nuestros interlocutores y a las necesidades del momento o sea que no debemos hablar siempre igual. Según a quien nos dirijamos y según sea el motivo de nuestra conversación debemos elegir la forma más adecuada de argumentar con las palabras más eficaces.
Con el fin de explicar mejor ese “algo más” expondré los siguientes puntos:
Sea original: Al hablar no utilice frases hechas, ni formas de expresión rutinaria y gastada; en otras palabras trate de huir tanto de la pedantería como de la rutina de las frases usadas.
Sea preciso: Llame a las cosas exactamente por su nombre, por ejemplo: No diga “instrumento cortante” si puede decir cuchillo, ni diga “Arma de fuego” si puede decir pistola. Eso ahorrará dudas a su interlocutor y le hará comprender más rápidamente lo que usted quiera decir.
Use ejemplos o imágenes: Trate de dar sensaciones visuales de lo que dice. Ejemplo si quiere destacar la dureza de algo no se limite a decir “muy duro” quizá pueda decir “duro como una roca” o “más duro que el acero” En síntesis trate de captar imágenes fáciles de captar: Breves y rotundas.
No de rodeos: Vaya directamente al grano, eso le permite ser concreto y claro de tal forma que no aburrirá a quienes lo escuchan, se hará entender con facilidad y no perderá tiempo ni se lo hará perder a los demás.
Sea claro, sencillo y ameno: Según el contexto utilice las palabras o frases accesibles a todos. No busque impresionar con términos rebuscados. Esto no quiere decir que no las utilice, por el contrario debe hacerlo sin caer en la pedantería de quienes buscan aparecer como superiores utilizando un lenguaje exquisito y demasiado académico.
Nunca se nos debe olvidar que para hablar bien, debemos aprender a escuchar, por lo tanto recuerde que la otra persona también tiene cosas que decir. Déjela hablar! Una persona se siente confiada en quien escucha cuidadosamente sus palabras y se interesa en sus opiniones. Demuestre que le interesa la opinión ajena escuchando y demostrando interés en lo que los otros dicen.
Escuche para poder saber que decir: Escuchando atentamente al otro, usted puede detectar sus dudas o argumentos débiles, deseos y sentimientos, deseos y sentimientos lo cual le permitirá preparar su réplica para convencerla.
No interrumpa sin motivo: A nadie le gusta que lo interrumpan con frecuencia pues eso lo confunde, hace perder el hilo de la charla y puede arruinar la exposición mejor preparada.
Estimule al otro a transmitirle sus ideas: A la gente le agrada que se interesen por sus cosas, sus ideas y su vida. En la medida que quienes le rodean comprueban que se interesa por ellas, más se acercarán a usted.
En síntesis todos estos aspectos cobran una muy especial relevancia en nuestro camino hacia el éxito.
Propiedad Registrada. ®
Se permite la distribución y copia literal de este artículo en su totalidad y por cualquier mediosiempre y cuando se reconozca y cite el autor y la fuente original.
El contacto personal constituye una de las bases más firmes en la estructura que cualquier persona levanta para llegar a la cima.
Agradar a las personas, convencerlas, hacer que acepten nuestras ideas y las pongan en práctica, convencer a amigos y colaboradores y lograr de ellos ayuda, respaldo y confianza deben ser conquistas básicas para todo aquel que desea triunfar.
Para lograr lo anterior es necesario aprender el arte de comunicarnos con los demás. En este aspecto la calidad, la profundidad y la intensidad de las relaciones humanas juegan un papel decisivo.
Comunicarse es establecer una corriente de simpatía y de íntima relación con los otros. Muchas veces una sonrisa, un gesto amistoso por mínimo que sea, una actitud abierta y de aceptación nos demuestran que de alguna forma estamos”ganando” a nuestro interlocutor.
Pero debemos tener mucho cuidado porque “ganar” y convencer personas no es producto del azar ni de nuestra labia y simpatía pues algunas personas erróneamente suponen que la facilidad de palabra, una presencia agradable y una imagen simpática o triunfadora son suficientes para obtener éxito en las relaciones humanas. Pero eso no es así. Sin llegar a desconocer que naturalmente esos factores juegan un papel importante, se necesita algo más para llegar al corazón y a la mente de las personas.
Ese “algo más” consiste en la técnica para hablar, la habilidad para argumentar, el desarrollo del poder de convicción, la capacidad para ganar amistades y apoyo.
Debemos saber elegir las palabras más eficaces para cada caso, los argumentos más convincentes y la forma de expresarse mas ajustada a nuestros interlocutores y a las necesidades del momento o sea que no debemos hablar siempre igual. Según a quien nos dirijamos y según sea el motivo de nuestra conversación debemos elegir la forma más adecuada de argumentar con las palabras más eficaces.
Con el fin de explicar mejor ese “algo más” expondré los siguientes puntos:
Sea original: Al hablar no utilice frases hechas, ni formas de expresión rutinaria y gastada; en otras palabras trate de huir tanto de la pedantería como de la rutina de las frases usadas.
Sea preciso: Llame a las cosas exactamente por su nombre, por ejemplo: No diga “instrumento cortante” si puede decir cuchillo, ni diga “Arma de fuego” si puede decir pistola. Eso ahorrará dudas a su interlocutor y le hará comprender más rápidamente lo que usted quiera decir.
Use ejemplos o imágenes: Trate de dar sensaciones visuales de lo que dice. Ejemplo si quiere destacar la dureza de algo no se limite a decir “muy duro” quizá pueda decir “duro como una roca” o “más duro que el acero” En síntesis trate de captar imágenes fáciles de captar: Breves y rotundas.
No de rodeos: Vaya directamente al grano, eso le permite ser concreto y claro de tal forma que no aburrirá a quienes lo escuchan, se hará entender con facilidad y no perderá tiempo ni se lo hará perder a los demás.
Sea claro, sencillo y ameno: Según el contexto utilice las palabras o frases accesibles a todos. No busque impresionar con términos rebuscados. Esto no quiere decir que no las utilice, por el contrario debe hacerlo sin caer en la pedantería de quienes buscan aparecer como superiores utilizando un lenguaje exquisito y demasiado académico.
Nunca se nos debe olvidar que para hablar bien, debemos aprender a escuchar, por lo tanto recuerde que la otra persona también tiene cosas que decir. Déjela hablar! Una persona se siente confiada en quien escucha cuidadosamente sus palabras y se interesa en sus opiniones. Demuestre que le interesa la opinión ajena escuchando y demostrando interés en lo que los otros dicen.
Escuche para poder saber que decir: Escuchando atentamente al otro, usted puede detectar sus dudas o argumentos débiles, deseos y sentimientos, deseos y sentimientos lo cual le permitirá preparar su réplica para convencerla.
No interrumpa sin motivo: A nadie le gusta que lo interrumpan con frecuencia pues eso lo confunde, hace perder el hilo de la charla y puede arruinar la exposición mejor preparada.
Estimule al otro a transmitirle sus ideas: A la gente le agrada que se interesen por sus cosas, sus ideas y su vida. En la medida que quienes le rodean comprueban que se interesa por ellas, más se acercarán a usted.
En síntesis todos estos aspectos cobran una muy especial relevancia en nuestro camino hacia el éxito.
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